A continuación,
se presenta un cartel que describe los tipos de trastornos que se detecta con
frecuencia en la infancia y adolescencia, incluyendo las principales
características clínicas de estos trastornos para ser diagnosticado.
Trastornos de la
infancia y la adolescencia
La infancia es un periodo de desarrollo de cambios de
conducta y plasticidad progresiva hacia la personalidad adulta. Además de ser
una etapa de vulnerabilidad, porque durante este tiempo de desarrollo los niños
pueden presentar algunas dificultades de comportamiento.
Comúnmente los problemas de comportamiento son un área de
interés para los profesores, psicólogos y psiquiatras, por la creciente
prevalencia, la complejidad en el manejo y las consecuencias negativas a largo
plazo para el niño o adolescente dentro de la sociedad, si no se trata de forma
adecuada. Así mismo es importante que los problemas de conducta sean detectados
lo más temprano posible, para ayudar tanto a los jóvenes como a los padres que
lidian con este asunto.
La expresión trastorno de conducta se utiliza para
describir un patrón persistente de conducta oposicionista, agresiva o
antisocial que no se ajusta a lo que normalmente se considera para la edad de
un niño. Generalmente los niños con
trastorno de conducta presentan comportamientos agresivos, desafiantes,
desobedientes, incluyendo peleas frecuentes, mentiras, enfados o rabietas,
robos, destrucción de propiedades, etc.
Para hacer un diagnóstico de los trastornos de conducta es
necesario que las conductas se presenten al menos seis meses y que tengan
consecuencias en la vida personal, académico y familiar del niño. Los
trastornos de conducta son diagnosticados por los psicólogos y psiquiatras,
estos trastornos han sido los más frecuentes en las últimas décadas,
precisamente por los cambios sociales.
La vida de un niño con algún trastorno de conducta puede
ser afectada a largo plazo de manera negativa con dificultades en el
aprendizaje obteniendo fracaso escolar, conductas delictivas, consumo de
sustancias, etc.
Muchos de los trastornos de la conducta pueden categorizarse
como trastornos externalizados o internalizados. En los trastornos
externalizados, los niños se comportan de forma que asombran, interfieren con,
o crean problemas para otras personas y en los trastornos internalizados, los
niños tienen mayor probabilidad de enfocarse en sí mismos y sentirse
inadecuados o sin valor (ARASON, I.G. y
SARASON, B.R. 2006).
Los niños con un trastorno externalizado son de especial
preocupación para los padres, profesores y profesionales clínicos debido a su
disruptividad. No ponen atención, parecen se excepcionalmente activos, se
comportan de manera agresiva, rompen las reglas y provocan un daño
significativo a otras personas y a sus propiedades.
Uno de los trastornos externalizados es el trastorno por
déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se define por síntomas de falta
atención, hiperactividad e impulsividad. Este trastorno se presenta con
frecuencia junto con problemas de aprendizaje, depresión, ansiedad, trastorno
disocial o trastorno negativista desafiante, de forma que los efectos de este
trastorno pueden ser muy graves.
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad
tiene tres subtipos: problemas de atención, conducta hiperactiva-impulsiva y
una combinación de problemas de atención e hiperactividad. El primero se
refiere a la dificultad para mantener la atención enfocada en tareas, un
problema que interfiere en el aprendizaje por no poder escuchar con atención
las indicaciones. El segundo está
definido por una conducta hiperactiva y algunas veces impulsiva. El tercero
esta combinado, es decir, incluye ambas dificultades.
De acuerdo al DSM-IV-TR (2000) para diagnosticar a un niño
con trastorno por déficit de atención con hiperactividad, debe presentar
dificultades en tanto la escuela como en el hogar, de acuerdo a esto el niño
podrá ser diagnosticado con TDAH.
Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o de
desatención causantes de problemas pueden haber aparecido antes de los 7 años
de edad.
Los niños con este trastorno pueden no prestar atención
suficiente a los detalles o cometer errores por descuido en las tareas
escolares o en otros trabajos, por lo general los niños experimentan
dificultades para mantener la atención en actividades lúdicas, resultándoles
difícil persistir en una tarea hasta finalizarla. Pareciera que tienen la mente
en otro lugar, como si no escucharan lo que se les dice, no siguen ordenes,
suelen estar desorganizados, se distraen con facilidad ante estímulos
irrelevantes e interrumpen las tareas para atender a ruidos como de un
automóvil, o una conversación lejana.
En la hiperactividad
los niños pueden manifestarse por estar inquietos en el asiento por exceso de
correr o saltar en situaciones en que resulta inadecuado hacerlo, experimentan
dificultades para jugar con otros niños.
En la impulsividad los niños demuestran impaciencia, dificultad
para aplazar respuestas, dar respuestas precipitadas antes de que las preguntas
se completen, dificultad para esperar su turno e interrumpir o interferir a
otros hasta el provocar problemas en situaciones sociales, académicas o
laborales.
Otro trastorno externalizado es el trastorno negativista
desafiante (TND) se define por un patrón de conducta que se manifiesta por
rechazar a la autoridad, que dura al menos seis meses. Se presenta antes de los
9 o 10 años, presentando un comportamiento marcadamente desafiante,
desobediente y provocador y la ausencia de otros actos que violen la ley y los
derechos de los demás (CREENA, “sf”).
Los niños con trastorno negativista desafiante se comportan
de manera hostil, negativo, desobediente y desafiante ante los padres o
profesores. También los niños suelen romper las reglas y no siguen las
instrucciones o normas de conducta socialmente esperadas para su edad.
Los comportamientos más relacionados con el TND son quejas,
lamentos, discusiones, gritos, incumplimiento de tareas, destrucción de
objetos, irritabilidad, y peleas. Esta conducta negativista puede estar
asociada a una baja autoestima, mala relación con los amigos y por un bajo
rendimiento académico.
Un trastorno más externalizado es el trastorno disocial,
identificado por ser un conjunto persistente de comportamientos que evolucionan
con el tiempo; se caracteriza por comportamientos en contra de la sociedad
(antisociales) que violan los derechos de otras personas, las normas y reglas
adecuadas para la edad. Aunque estas manifestaciones del trastorno disocial
aparecen en la infancia, pueden continuar hasta adolescencia y seguir
presentándose en la edad adulta.
Algunos comportamientos que se identifican en el trastorno
disocial, es el comportamiento agresivo y destructor que suele ir unido de
amenazas o daño físico a las demás personas, falsedad y engaño para evitar
realizar sus obligaciones y la violación de reglas y de derechos de los demás,
por ejemplo, faltar a clase, hacer bromas pesadas, etc.
El trastorno disocial se diferencia de los demás trastornos
por ser una manifestación en la niñez, a lo que podría llegar a ser en la edad
adulta un sujeto delincuente, violador o asesino. Por eso, es importante que cuando
un niño presente algunas características de este trastorno se tratado
inmediatamente por un psiquiatra, para que el niño siga un tratamiento efectivo
que lo ayude a cambiar de conducta.
Ahora bien, un trastorno internalizado es el trastorno de
ansiedad de separación en la infancia (TASI) presenta como rasgo característico
la ansiedad excesiva en relación con la separación o alejamiento de la madre,
de ambos padres o de cualquier persona a la que el niño se encuentre apegado
emocionalmente.
El TASI puede generar cierta hostilidad, porque limita a
los padres para que realicen actividades como ir a trabajar o salir de viaje,
también afecta la relación conyugal. El
niño con el trastorno de ansiedad de separación exige atención constante,
cuando el niño se separa de las figuras de apego, muestra ansiedad tanto somática
como psíquica. Además, es incapaz de
quedarse solo en una habitación y se rehúsa a ir a la escuela o visitar otros
hogares. También pueden tener miedo a los animales, monstruos, personas
desconocidas que puedan hacerle daño a él o sus padres. Y con frecuencia el
niño puede quejarse de nausea, dolores de cabeza, dolores abdominales o ritmo
cardiaco acelerado(DMS-IV-TR, 2000)
En conclusión, a los trastornos de la infancia y la
adolescencia cada vez se les otorga mayor atención, para que los niños que
presenten algún trastorno se les proporcione un tratamiento eficaz y no tengan
complicaciones a lo largo plazo.
Además, siempre se
debe tener en cuenta que la conducta y los procesos mentales cambian mientras
el niño se desarrolla, y que no siempre es claro cuándo deben aplicarse los
mismos términos de diagnóstico a lo largo de la vida. También muchas veces los
niños presentan problemas parecidos a los síntomas de un trastorno, pero en
ocasiones desaparecen o erradican sin necesidad de ningún tratamiento.
Es importante que los trastornos de la infancia y la
adolescencia sean diagnosticados por especialistas, para que ayuden a
intervenir de forma preventiva y efectiva a una etapa temprana.
Pregunta: ¿Cuales son las principales características del trastorno por déficit de atención con hiperactividad?